Mapa conceptual
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La lectura de este libro nos introduce en el tema de las COMPETENCIAS, haciendo una breve
descripción de cada una de ellas. Tengo que reconocer que al ser maestra de
educación infantil no conocía en profundidad las competencias y esta primera
toma de contacto con ellas que encontramos en el primer capítulo me ha venido
muy bien. Las había tratado en las oposiciones, a través de la nueva prueba que
se incluía este año sobre el Decreto 22, pero tengo que reconocer que ahora
estoy mucho más familiarizada con ellas tras la lectura del manual.
En lo que respecta a la Competencia
Lingüística, debo decir que no sabía que tenía esa subdivisión: competencia
lectora, para hablar y escuchar, en composición de textos y plurilingüe y
pluricultural. Pérez Esteve y Zayas incluyen esta última competencia y estoy
muy de acuerdo con esa inclusión. No sólo hay que tener en cuenta las grandes
posibilidades que existen en la sociedad actual de que vengan alumnos de otros
países que no conozcan el castellano o lo conozcan muy poco; sino que en
nuestro propio país hay un plurilingüismo maravilloso que no se tiene en cuenta
y que en muchas ocasiones está mal visto e incluso se rechaza, normalmente por
comunidades monolingües. Yo SÍ estoy de acuerdo con Pérez Esteve y Zayas y
agradezco su ampliación de la subdivisión de la competencia lingüística porque me
parece muy necesaria.
Muy ligado al manual de “Metodología
y habilidades docentes”, aparece en este libro también una serie de
habilidades y competencias que creen que deben encontrarse en un profesor, pero
en este caso relacionadas con la competencia lingüística. No hay que confundir
con que estén relacionadas con el profesor de lengua, porque son habilidades
que todo profesor debe desarrollar ya que todos los profesores tienen que ver
con la lengua y con la competencia lingüística. Me quedo, sobre todo, con las
características del perfil lingüístico y
profesional que incluyo en el mapa conceptual, como las más “básicas” y
necesarias de todas las que aparecen, bajo mi punto de vista.
Relacionado con esto, y lo que decía sobre que no sólo los
profesores de lengua tienen que estar informados y capacitados en torno a la
competencia lingüística, estoy de acuerdo con el apartado del libro que nos
dice que deben contribuir los equipos
educativos al establecimiento de objetivos, estrategias y evaluaciones en
base a esta competencia que nos ocupa, para favorecer su desarrollo. Y en la
misma línea se encontrarían los Departamentos
o Seminarios de Lengua.
Este cambio de forma de entender la Lengua y la Literatura y
su didáctica, necesita de un cambio metodológico a su vez, que logre que los
aprendizajes sean significativos y que la lengua se use y se entienda como una
herramienta.
Por último, el libro nos propone un proyecto de aprendizaje lingüístico en el que tienen que verse
involucrados tanto padres, como profesores y alumnos. El alumno deberá conocer
lo que debe saber, lo que debe saber hacer y saber si lo ha hecho bien o no.
Los padres deberán colaborar con ese aprendizaje y los profesores deberán
ayudar a ambos a conseguir los objetivos establecidos, tanto lingüísticos como
competenciales.
Y es que, enseñar lengua y literatura ha cambiado en gran
medida. Ya no se trata de enseñar contenidos sin más, si no que debemos enseñar
a comunicar.
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